Según datos del CIS en torno al 20% de los españoles, hombres y mujeres, han tenido alguna relación sexual con alguien que no era su pareja en ese momento. Este dato sitúa a España como uno de los países más fieles por detrás de Francia y Holanda, donde los datos de infidelidad se encuentran en el 15%.
Engañar a la pareja nunca ha sido una tarea muy difícil, pero con el surgimiento de las redes sociales —igual que aumenta la vigilancia— aumentan las posibilidades de encontrar a «la otra persona» sin hacer gran esfuerzo. Hace unos años surgió la «red social de los infieles», Ashley Madison que, bajo el lema «la vida es corta. Ten una aventura», asegura a los usuarios la máxima confidencialidad para evitar se descubiertos por sus parejas.
Sin embargo, muchas de las personas que cometen una infidelidad, quieren por otro lado conservar la buena situación con su pareja. Esto es verdaderamente complicado, ya que el bienestar y la salud de la pareja después de una infidelidad quedan muy mermados. John Gottman, profesor de psicología y Nan Silver, escritora, afirman en su libro «¿Qué hace que el amor perdure?» que si la gente fuese consciente de lo difícil que es volver a recuperar la chispa después de un engaño, es muy probable que decidieran no alejarse nunca de la fidelidad.
Por otro lado, estos autores defienden que el acto de «ser infiel» no es enteramente racional. El recientemente fallecido Robin Williams hizo referencia a esta idea afirmando que «Dios ha dado al hombre un pene y un cerebro, pero solo le ha concedido los litros de sangre suficientes para hacer funcionar una de las dos cosas».
La reconstrucción de la relación es cosa de dos
John Gottman ha desarrollado un sistema de reactivación —método Gottman— de la confianza basado en un itinerario de reparación que consta de tres fases. Es además un proceso que no requiere el cumplimiento de ningún plazo de tiempo concreto.
1. Expiación de la falta. No es posible empezar a reconstruir la relación si la persona que ha cometido la infidelidad no expresa sus remordimientos. El miembro herido de la pareja no comenzará a sentirse de nuevo confiante hasta haber recibido multitud de pruebas de que su compañero se ha convertido en una persona fiable. Al mismo tiempo, el mimebro traicionado de la pareja debe trabajar sobre sus propias emociones para no ceder ante la tentación de no ceder y no resolver el conflicto. Es necesario la modificación de la conducta, además de la transparencia y verificación para situarse en el «inicio del perdón».
2. Empatizar con el otro. Cuando se sale de la primera fase despuñes de una serie de peticiones de perdón, es preciso que la pareja comienza a unir esfuerzos y a aplicarlos a la construcción de la nueva relación. Para ello ambos deben recurrir a técnicas empáticas y permitir que la pareja acceda a los recovecos anímicos para evitar el sentimiento de soledad. Además hay que aprender a hacer frente a los nuevos conflictos a fin de que estos no acaben por superarles. Como parte de este compromiso es primordial que vuelvan a valorarse el uno al otro para llegar a la «normalidad» de la relación.
3. Creación de vínculos. En ocasiones, la infidelidad hace que la víctima se niegue a correr el riesgo de aceptar una nueva intimidad física con el compañero o compañera infiel. Sin embargo, si la pareja está decidida a permanecer junta, la capacidad de empatizar ha de extenderse también a las relaciones sexuales. Este vínculo físico tiene la capacidad de servir de freno a las distracciones. El hecho de aprender a transmitir al otro las inquietudes sexuales es recomendable para las parejas que tratan de recomponer su relación tras un episodio de infidelidad física.
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