viernes, 25 de septiembre de 2015

Detectives privados: Tras la pista de la infidelidad

infidelidad

En algunos casos es la última solución, la más desesperada, en busca de lograr alguna prueba que capture a su pareja cometiendo la tan temida infidelidad. En otros es sencillamente la primera opción, con el propósito de apostar sobre seguro y no dejar rienda suelta a elucubraciones sobre posibles engaños. Son los detectives privados que, entre otras muchas funciones, ostentan la de ser 'cazadores de infieles'.
Así son
“Paciencia, sacrificio, habilidad y tesón”, con esas cuatro palabras define Iglesias a todo buen investigador privado, que, añade, ha de tener “mucha afición por este trabajo”. Además son necesarias ciertas exigencias materiales como unas “buenas cámaras fotográficas y de vídeo y un buen vehículo” que facilite ejecutar su labor con la mayor diligencia posible. “Instrumentos de trabajo básicos”.
Contacto
Es fácil llegar a entablar una relación laboral con los detectives privados. Para ello,el cliente “debe acudir a los despachos de los profesionales titulados” con especial atención a los no profesionales del sector. Y es que “hay mucho intrusismo ilegal”, advierte. De esta forma, aconseja que “el cliente pida al detective su número de licencia profesional, que el Ministerio del Interior facilita a cada detective”, con el fin de asegurarse que el servicio que está contratando es netamente fiable.
A la hora de pagar
El precio por sus habilidades oscila entre los 42 y 108 euros por hora empleada y con la participación, generalmente, de dos personas en el trabajo. Una horquilla bastante amplia, ya que si bien “los colegios profesionales tienen unas tarifas mínimas legales expuestas al público, cada detective cobra lo que considera oportuno”, revela Iglesias. Esa cantidad varía atendiendo “a la complejidad del caso y la ciudad donde haya que investigar”, ya que “no es lo mismo Barcelona que Ávila”, sentencia.
Modus operandis
Los clientes que recuren a un detective privado para tratar de desenmascarar una infidelidad son de muy diversa índole, “aunque es verdad que hay más hombres que mujeres, en una proporción de 65% por 35%”, informa Javier Iglesias. De forma casi única, la relación detective-contratante comienza con la típica sospecha "mi marido (o mi mujer) sé que tiene algo. A continuación, y una vez descritos todos los datos de interés sobre el objeto del trabajo como sus características físicas, trabajo, círculo social, amigos..., “se pone en marcha la investigación”.
Las pruebas son concluyentes en la gran mayoría de los casos y “a veces salta la sorpresa, confiesa Iglesias. “Como en el caso en el que la hermana mayor de la clienta era la amante. Fue un caso rarísimo, porque pueden estar involucradas amigas o amigos, pero no familiares directos, y menos la hermana mayor”, apostilla.
Durante la investigación, y conforme se va acercando el final, algunos clientes piden un informe muy detallado, otros quieren saber cómo ha transcurrido paso a paso, pero también hay muchos que se arrepienten a mitad de camino porque prefieren no enterarse de la infidelidad, haciendo justicia al refrán que nos advierte “ojos que no ven corazón que no siente”.

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